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Los desvaríos de Auster

Publicado: 2017-01-19

No voy a ocultar mi admiración por Paul Auster. Aunque mi admiración no sea un gran mérito para él porque estoy muy lejos de no ser más que un lector promedio. Quien haya leído más de uno de sus libros encontrará en "The Brooklyn Follies" una especie de colección de varios de sus recursos narrativos: una prosa fácil que hace creíble cualquier historia, un "paisaje escrito" al que el lector no le encuentra jamás un andamio, un resto sobrante del material con el que está hecho, una gran mentira que parece tan verdad que uno, aunque sabe que el mentiroso es Auster, no tiene cómo descubrirlo en el texto, es decir, una rara combinación hecha de un estilo inconfundible y sorpresa, un enlistado de curiosidades históricas tan verosímiles como las mentiras bien elaboradas, disparos a la cultura del lector, retos sobre literatura sobre todo norteamericana.  

Apunte sobre el argumento: un jubilado vuelve a Brooklyn y se pone a escribir todas las tonterías que le vienen a la cabeza manteniendo un diálogo entrecortado con un sobrino suyo, un treintañero que carga el fracaso académico unido a su genialidad, erudición e incapacidad para hacer lo que la gente llama "salir adelante", un homosexual ex-convicto y brillante estafador en el mundo del arte dedicado a la librería, una niña muda y el resto, son coreutas. Con eso, Auster ha creado una historia que no deja dejarla ¿O serán manías mías? Por último, todo sabe a Nueva York. Auster es una voz del Central Park.

Ah, perdón, puse lo de desvaríos porque es la traducción más aproximada para "follies" que en italiano se diría "follia" una palabra que significa locura pero que también tiene la acepción de tontería y se asocia a la "folla" es decir la multitud que cuando se reúne hace estupideces, es decir "follie" (el plural de "follia"). Es que la masa no piensa, es gregaria, con ella no se puede razonar. Un ejemplo clásico en el cristianismo es la "folla" que primero canta "Hosanna al Hijo de David" en la entrada de Jesús de Nazaret a Jerusalén para días después estar gritando con el mismo entusiasmo "¡crucifíquenlo!".

Listo, todo este último párrafo es una mentira, un desvarío, una "follia", no me crean, no miento tan bien como Auster, sólo intentaba imitarlo para que se hagan una idea.


Escrito por

José Manuel Rodríguez Canales

Soy profe de teologías. Hice muchas cosas, RPP entre ellas. Hago teatro. Como manda Jesús, amo a la gente, buena o mala, el amor no separa.


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