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Un espectador se prepara

Publicado: 2017-06-12

Cualquier teatrero notará la abierta alusión a Stanislavski. Pues bien, aludo al maestro común de los actores porque es más o menos obvio que también el espectador necesita una preparación para serlo de verdad. No es lo mismo estar sentado en una butaca que ser un espectador de teatro. En serio. Hay varias maneras pedagógicas de proponer este asunto, la mía es contenida pero visceral y amarga. Una amargura buena onda y llena de cariño, algo que no puede tomarse mucho en serio para tomarlo en serio. Puede no ser la mejor pero es la que tengo, así que diré lo que no hace y lo que hace un espectador de teatro. 

En primer lugar el espectador de teatro no va al teatro a divertirse, sino a todo lo contrario: a concentrarse. Sin concentrarse no sólo pasará él un mal rato sino que lo hará pasar a los demás. Ojo al piojo: puede ir a reírse, a relajarse, a burlarse de sí mismo o de los demás, a llorar, a molestarse o angustiarse dependiendo de lo que escoja ver, pero nada de eso ocurrirá si no entrena su atención, si no modera sus expectativas con cierta preparación, si no desarrolla dentro de su alma una disposición especial, una especie de serenidad expectante que le pone un nudo en el estómago cuando escucha "¡primera llamada!", si no atesora con infantil ansiedad esos segundos de oscuridad que preceden a la acción.

En segundo lugar y justamente por la necesidad del primero, el espectador de teatro va enterado de lo que quiere ver. Ha visto un poco el menú. Esto se hace antes que nada enterándose del argumento. Por eso lleva desde que sale de su casa una cierta idea, sensación, íntima convicción de que aprenderá algo nuevo, se enterará por fin de por qué eso que va a ver es tan célebre, criticado o aplaudido, o simplemente verá algo desconocido que puede gustarle o no pero que nunca será una pérdida de tiempo y se formará su muy personal opinión, pero opinión enterada, madura y digna de ser compartida.

En tercer lugar un espectador de teatro no valora una obra por la cantidad de representaciones, los aplausos recogidos, la cantidad de público, la inversión en producción o cosa anecdótica o externa alguna. Ni siquiera por el cartel de actores. El espectador de teatro valora la obra en sí, nadie tiene que explicarle el valor porque lo ve. En realidad el valor de algo nunca puede explicarse, como un amante ni puede explicar su amor, un hombre molesto no puede explicar su odio, ni uno triste su tristeza. Es algo que ocurre.

En cuarto lugar un espectador de teatro supera errores técnicos, colabora con su presencia en una celebración de la inteligencia en la que se involucra personalmente. Obviamente puede preferir una representación a otra, puede discrepar con la propuesta que está viendo y hasta odiarla, lo que no hará nunca es faltarle el respeto de no darle toda su atención hasta el final. El espectador de teatro va a enriquecerse, no a consumir. No es un consumidor sino un cultor, uno que siembra en su alma, cultiva su inteligencia y su sensibilidad para ser una mejor persona.

Así que, por favor, por el amor de Dios y todos los santos vivos y difuntos o por lo que más quieras, tú, querido amigo que vienes al teatro, si no tienes estas disposiciones, te ruego encarecidamente que no vengas, que te quedes en tu casa viendo televisión, que te pegues a tu pantalla, que te vayas a bailar o a comer popcorn al cine.

No vengas, en serio, no te hagas daño ni nos lo hagas a nosotros. No queremos escucharte decir que somos "unos tromes", o "qué buena memoria", o "yo vi la película", o a decirnos que tú actuabas en el colegio, o a cagar la función con tu celular, o a reírte de una línea dramática porque esa es tu primera reacción ante lo que no entiendes porque nunca aprendiste a contemplar nada, o a darle doble sentido a una frase memorable porque te computas gracioso y se te acaba de ocurrir un meme, o a dormirte con cara de simio viejo haciendo pesada la sala, o a comentar en voz baja jodiendo al del costado, o a decir en voz baja que conoces a tal actor o que tal actriz está vieja, tal actor gordo y sonseras así.

No por favor, no vengas o yo personalmente te dispararé en la frente con mi rifle de utilería, te clavaré en el ojo mi puñal de truco, morirás e irás al infierno de los que creen que lo que han visto alguna vez en televisión es teatro, y girarás eternamente en el círculo maldito de los adictos a la farándula, la estupidez y el sinsentido mientras una voz que ya no comprenderás te dirá "lasciate ogni speranza voi que entrate". Te lo digo en buena onda. En serio.


Escrito por

José Manuel Rodríguez Canales

Soy profe de teologías. Hice muchas cosas, RPP entre ellas. Hago teatro. Como manda Jesús, amo a la gente, buena o mala, el amor no separa.


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