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¡Exhultavit humiles!

Publicado: 2019-07-04

Chile tenía mejores jugadores, bicampeón de América, una plantilla mucho más cara que la de Perú. Perú le ganó de forma inapelable. 

¿Qué pasó ayer?

Algunas conclusiones.

El linaje no es decisivo en el juego. La generación dorada (un poco supervalorada, hay que decir): Medel, Sánchez, Vidal, Arangüiz, Vargas, Islas, Bravo, Jara etc., predecibles y famosos, enfrentaron a un grupo de chicos relativamente desconocidos pero con hambre de triunfo. Dicho sea de paso, jamás vencieron a Perú de forma abultada, siempre fue por un gol y, no pocas veces, con factores extraños al juego.

La fábula de la lechera. Chile miró a la final y no se concentró en la semifinal.

La sorpresa no permite pensar. Chile esperaba un Perú mucho menos agresivo, un equipo que le dejara espacios y le jugara a las espaldas con Guerrero. No fue así. En los primeros veinte minutos Chile fue borrado. Perú ganó todas las divididas, por arriba y por abajo. Se agrandaron los volantes, Tapia y Yotún dieron sus mejores actuaciones. Chile nunca logró hacer pie.

Tener un objetivo marca la diferencia. A diferencia de Chile, Perú supo desde el vamos qué quería hacer: marcar como si en eso le fuera la vida y buscar el arco contrario en los primeros minutos como si el partido durara media hora.

El talento aparece con la disciplina. Al objetivo claro, el orden táctico y la preparación física, se sumó el talento natural. El toque al vacío, el pie fino en espacios cortos, el pase largo preciso, el desmarque sorpresivo, la inspiración animal con la que uno encuentra el camino al arco, esa acumulación en la memoria peruana de tantos años de fulbito, todo eso, despertó en tejidos de cinco, seis, siete pases, caños, regates. Chile no encontró la pelota.

Nunca se habla antes. Todos hablaron de favoritos, Perú sólo se dedicó a trabajar en silencio. La goleada (totalmente dentro de lo posible) que nos comimos con Brasil, fue una lección fundamental.

El equipo es lo más importante. Guerrero lo sintetiza perfecto: para mí meter goles está en un tercer plano, para mí lo importante son los objetivos del grupo. Y eso se nota en todo el grupo. Un ejemplo sublime es la carrera de Cueva para corregir el error de un compañero que termina con una magistral salida de Gallese.

¿Qué puede pasar?

El mito de David y Goliat es muy poderoso. Ya el Maracanazo del cincuenta lo dijo ¿Se repetirá? Un equipo grande, a todas luces favorito enfrenta a uno pequeño, sin figuras. El equipo grande tiene una diferencia enorme de goles pero el equipo chico no es fácilmente legible: empató con Venezuela en un partido que mereció ganar, le ganó con toda lógica a Bolivia y se comió una goleada sin atenuantes contra Brasil, después se defendió como si fuera Italia contra Uruguay y atacó como si fuera el mismo Brasil contra Chile.

A Brasil tienes que arrinconarlo antes de que se conecte. Y hacerlo es muy difícil, una vez que la máquina comienza, tiene tanto fútbol que solo les vemos las espaldas. Como contra Chile la oportunidad está en la concentración, la serenidad y tratar de que no tengan la pelota. Brasil tiene un punto débil en su inestabilidad emocional. Perú viene fuerte en ese sentido, no tiene nada que perder y mucho que ganar.


Escrito por

José Manuel Rodríguez Canales

Soy profe de teologías. Hice muchas cosas, RPP entre ellas. Hago teatro. Como manda Jesús, amo a la gente, buena o mala, el amor no separa.


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